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jueves, 29 de septiembre de 2011

AYAHUASCA CAPITULO SÉPTIMO: "Mitos y Moléculas" Narby se centra en la referida "Serpiente Cósmica" y en el origen de la vida. Buscaba la relación entre esta "serpiente cósmica" y el ADN. Así encuentra que la representación del ADN es en todos los puntos similar a lo que simboliza la serpiente . Estirando el ADN contenido en el núcleo de una célula humana se obtiene un hilo de dos metros cuyo diámetro mide apenas una decena de átomos. Este hilo es mil millones de veces más largo que su propio ancho. Guardando las proporciones, es como si nuestro dedo meñique se extendiese de París a Los Ángeles. Un hilo de ADN es bastante más pequeño que la luz visible que los humanos perciben. Incluso superando los límites del ojo desnudo con los más poderosos microscopios ópticos, es imposible de percibirlo: el ADN es aproximadamente ciento veinte veces más estrecho que la más pequeña largura de onda visible. El núcleo de una célula mide aproximadamente dos millonésimas de una cabeza de alfiler. El ADN, de un largo de dos metros, se compacta al interior de ese volumen minúsculo enrollándose al infinito en torno a sí mismo, conciliándose así largura extrema con pequeñez infinitesimal. Un ser humano medio esta constituido por cerca de cien millones de millones de células. Esto quiere decir que hay doscientos mil millones de kilómetros de ADN en un cuerpo humano -lo que corresponde a setenta idas y retornos entre Saturno y el Sol. Usted podría viajar su vida entera en un Boeging 747 lanzado a plena velocidad y ni siquiera recorrería una centésima de esta distancia. Su ADN personal es capaz de embobinar la Tierra cinco millones de veces. Todas las células del mundo -sean humanas, animales, vegetales o bacterianas- contienen ADN. Por otro lado, todas están llenas de agua salada, cuyo contenido de sales minerales se parece a aquel de los océanos primitivos: lloramos y transpiramos lo que es esencialmente agua de mar. Así el ADN se baña en agua, y esto juega un rol crucial en el establecimiento de su forma y, por lo mismo, de su función. En efecto, el medio acuático confiere al ADN su forma de escala trenzada, pues las cuatro bases del ADN (Adenina, Guanina, Citosina, y Timina) son insolubles en el agua y se vuelven hacia el interior de la molécula para formar, asociándose, las barras de la escala; luego, ellas se trenzan evitando al máximo el contacto con el medio húmedo que las rodea. Así, la molécula de ADN es una larga cadena única constituida de dos cintas entrelazadas y religadas en su medio por las cuatro bases. Estas no pueden acoplarse más que por pares específicos - A con T, G con C. Esto implica que una de las dos cintas es el duplicado de la otra y que el mensaje genético es doble: contiene un texto principal sobre una de las cintas, que es leído en un sentido preciso por las enzimas de lectura, y un texto complementario de reserva, que no es leído porque está al revés. Esta segunda cinta juega dos roles esenciales. Permite a las enzimas de reparación reconstituir el texto principal en caso que éste hubiera sido dañado y, sobre todo, proporciona el mecanismo para la reproducción del mensaje genético. En efecto, basta abrir la doble hélice como un cierre relámpago para obtener dos cintas separadas y complementarias que pueden enseguida ser reconstituidas en cintas dobles por enzimas de duplicación. Estas últimas no pueden más que colocar una A frente a una T, y así sucesivamente, puesto que todo otro apareamiento de bases es imposible. Este proceso logra la reconstitución de dos dobles hélices gemelas, idénticas al original a todo nivel. Sin este mecanismo de duplicación una célula no podría jamás desdoblarse y la vida no existiría. El ADN es la molécula informativa de la vida y su esencia misma consiste en ser, a la vez, simple y doble. El ADN y sus mecanismos de duplicación son los mismos para todos los seres vivientes. De una especie a otra no cambia más que el orden de las letras. Esta constancia remonta a los orígenes mismos de la vida sobre la Tierra. Según el biólogo Robert Pollack: "LA superficie del planeta ha cambiado numerosas veces, pero el ADN y su maquinaria celular de duplicación han permanecido constantes. Schrödinger ha dicho que el ADN era un cristal aperiódico, pero esto minimiza su estabilidad: ninguna piedra, ninguna montaña, ningún océano, ni incluso el cielo sobre nuestras cabezas han permanecido tan estables y constantes sobre una duración tal; no hay nada inanimado, cualquiera que fuera su complejidad, que haya sufrido sin cambiar, aunque sea durante una fracción del tiempo que el ADN y su maquinaria de duplicación han coexistido". Al inicio de su existencia, hace unos cuatro mil quinientos millones de años, la tierra era un lugar completamente inhóspito para la vida: su superficie en fusión era radioactiva, el agua no existía más que bajo la forma de vapor y la atmósfera estaba llena de gases venenosos, como el cianuro y el formaldehído, y privada de oxígeno respirable. Hace cerca de 3.9 miles de millones de años, la superficie de la Tierra se enfrió lo suficiente para formar una delgada corteza que reposaba sobre el magma de fusión. Extrañamente, la vida - y por consiguiente el ADN- aparece relativamente rápido después de esto. Existen rocas sedimentarias, que indican los depósitos posibles de bacterias, de una antigüedad de 3.8 miles de millones de años y verdaderos fósiles microbianos que datan de 3.5 miles de millones de años. En el curso de los primeros dos mil millones de años de vida, no hay sobre la Tierra más que bacterias anaeróbicas, para las cuales el oxígeno es un veneno. Viviendo en el agua, algunas de ellas han aprendido a utilizar el hidrógeno y a expulsar el oxígeno contenido en la molécula H2O, activando nuevas vías metabólicas más eficaces en el plan energético. El enriquecimiento gradual de oxígeno en la atmósfera ha permitido la aparición de un nuevo género de células capaces de utilizar oxígeno y provistas de un núcleo para reagrupar el ADN. Estas células nucleadas son bastante más grandes que las bacterias, siendo, al menos, treinta veces más voluminosas que ellas. Según los biólogos Lynn Margulis y Dorion Sagan: "La transición biológica entre las bacterias y las células con núcleo es tan repentina que ella no puede ser explicada por cambios graduales en el tiempo". A partir de ese momento la vida tal como nosotros la conocemos toma forma. Las células con núcleo se asocian para formar los primeros seres pluricelulares, como las algas. Estas igualmente producen oxígeno por fotosíntesis. Las tasas de oxígeno en la atmósfera aumentan hasta alrededor de 21%, nivel en el cual parece haberse estabilizado hace casi quinientos millones de años- afortunadamente, puesto que con un porcentaje un poco mayor de oxígeno incluso los seres vivientes se inflamarían espontáneamente. Para Margulis y Sagan, este estado de hecho "da la impresión de una decisión consciente de mantener el equilibrio entre peligro y oportunidad, entre riesgo y beneficio". Hace unos quinientos millones de años la vida explosiona en un verdadero derroche de especies pluricelulares, algas, plantas más complejas y animales que viven no sólo en el agua, sino también sobre la tierra y en los aires. De todas las especies vivientes en esa época ninguna subsiste en la actualidad. Según ciertos estimados, la casi totalidad de todas las especies que han existido en la Tierra ya han desaparecido, mientras que actualmente existen entre tres y cincuenta millones de especies sobre el planeta. El ADN es un maestro de la transformación: la vida basada en células que el ADN informa, ha formado el aire que respiramos, el paisaje que vemos y la turbadora diversidad de seres vivientes de la cual hacemos parte. En cuatro mil millones de años se ha desmultiplicado en un número incalculable de especies diferentes, permaneciendo rigurosamente él mismo. En el interior del núcleo, el ADN se pone en curvas y se desenrolla, se contornea y ondula. Con frecuencia, los especialistas comparan la forma y los movimientos de esta larga molécula con aquellos de una serpiente. El biólogo molecular Christopher Wills, por ejemplo, escribe: "Las dos cadenas de ADN se asemejan a dos serpientes enrolladas en torno a sí mismas en una suerte de ritual amoroso". En resumen, el ADN es un maestro de la transformación con forma de serpiente, que vive en el agua y que es, a la vez, largo y minúsculo, simple y doble. Igual que la serpiente cósmica. En efecto, la información necesaria para constituir un ser humano (por ejemplo), llamado genoma, está en tres mil millones de letras repartidas a lo largo de un hilo único de ADN. En algunos lugares, este hilo se enrosca en torno a sí mismo para formar vientres segmentos más compactos llamados cromosomas. Todos heredamos un juego completo de cromosomas de nuestros padres y así disponemos de veintitrés pares de éstos. Cada cromosoma está constituido de un muy largo hilo de ADN que, en la base, es ya un mensaje doble- con el texto principal en una cinta de la doble hélice y su duplicado complementario en la otra. De esta manera, todas nuestras células contienen dos genomas completos tanto como sus copias. Nuestro mensaje genético, por consiguiente, es doblemente doble y contiene en total seis mil millones de pares de bases, o sea doce mil millones de letras. El ADN contenido en el núcleo de una célula humana mide un total de dos metros. Sobre ese largo, las dos cintas de la doble hélice se enroscan en torno a sí mismas varias centenas de millones de veces. A nivel de su aspecto material, o de su forma, el ADN es así un texto doblemente doble que se enrosca en torno a sí mismo, es decir, un lenguaje retorcido-retorcido. Las enzimas de lectura no leen más que los pasajes del ADN que codifican para la construcción de proteínas y de enzimas. Estos segmentos, llamados genes, representan solamente el 3% del genoma humano. El 97% restante no es jamás leído; su utilidad permanece en el misterio. Los biólogos Chis Calladine y Horace Drew resumen así la situación: " La más grande parte del ADN en nuestro cuerpo hace cosas que no comprendemos por el momento". El ADN es la llave de la vida que posee la forma de una larga serpiente simple y doble o de una mecha de lino trenzada, que permite pasar de uno a varios y que está situado en el agua. Sin embargo, esto no se trata más que de un conjunto de indicios que cada investigador, o miembro del jurado, es libre de interpretar. Ensayo del Libro La Serpiente Cósmica de Jeremy Narby por Patricia Burgos CAPITULOS: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

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