Los Alimentos que Curan
Jueves, 09 de Febrero del 2012. // 10:23 hs.
Cuando nos aqueja una enfermedad y queremos
curarnos, esa simple elección, nos cambia la vida. Las herramientas que
encontraremos a nuestro alcance pueden ser muchas pero debemos saber cómo
usarlas y por qué.
Existe una forma de curarse que es la de tratar y solucionar
solamente los síntomas sin averiguar las causas que han producido la
enfermedad.
A este campo se refiere la
medicina sintomática, que es la que suprime los procesos por los cuales trata
de manifestarse un desequilibrio orgánico, que por lo general vuelve a aparecer
a lo largo de la vida como otra serie de síntomas que aparentemente no guardan
relación con las primeras manifestaciones de enfermedad o desequilibrio.
A través de la búsqueda de las
causas de dicha enfermedad y su tratamiento. Esto significa un compromiso
activo y profundo, principalmente con uno mismo y con la vida que nos fue dada.
A esta medicina se la llama «medicina no supresora» (porque no suprime los
síntomas).
La alimentación es una de las
medicinas que, basada en el buen diagnóstico de las causas, nos sirve para
equilibrarlas.
Los alimentos curan o enferman.
Es un hecho, y las
investigaciones lo confirman cada vez con mayor ahínco. El regreso a la comida
natural, el auge de los productos orgánicos, las dietas sin excesos (ni por
mucho ni por poco), la parquedad en el consumo de grasas y azúcares así como el
equilibrio son todos consejos que se insertan en lo que podría denominarse como
una alimentación para la longevidad con bienestar y fortaleza.
Las nutricionistas americanas,
ambas investigadoras en varios países, reiteran la necesidad de diseñar dietas
completas, que incluyan todos los elementos necesarios para la buena salud y el
funcionamiento integral del organismo, pero también enseñan a discernir lo que
es conveniente para cada persona. Si una verdura le hace daño, existen
sustitutos. Si el exceso de fibra a usted le produce flatulencia, a otros les
puede corregir el estreñimiento. Y si no le agrada la carne, quizá la pueda
remplazar por pollo. O de pronto -porque también incluyen recetas- con una
preparación distinta, la podrá consumir con placer, y sin que le haga daño.
De todos los temas tratados, y son
muchos, se presenta hoy uno de ellos: el síndrome del colon irritable (SCI). Se
le destaca porque este es uno de los grandes problemas que sufren el hombre, y
sobre todo la mujer moderna. Un trastorno que, si bien no reviste la gravedad
que otras enfermedades del sistema digestivo sí encierran, es culpable de
malestares severos, ausencias laborales y dificultades para el desempeño
social.
Todos sabemos que los alimentos
son transformados por el cuerpo en energía nutricia y que estos nutrientes son
desdoblados en la boca y asimilados por el intestino que los envía directamente
a la sangre.
Nuestra sangre tiene un PH
(equilibrio) Sodio - Potasio 1-7. Este equilibrio es el que nos permite estar
sanos y vivos. Los alimentos también tienen un equilibrio Sodio-Potasio. Cuando
nuestra ingesta diaria sobrepasa en demasía esta relación Sodio-Potasio, el
organismo se ve obligado a equilibrarse "robando" minerales de los
huesos y dientes. Es así como actúa, en este caso, el proceso de Homeostasis o
Homeodinamia. Para evitar que este mecanismo equilibrante sea tan extremo y que
a la larga termine desgastando a las células y órganos demasiado pronto y que
también comprometan las emociones y nuestra vida de relación con negatividad y
sufrimiento, existen toda una gama de herramientas curativas como la
Homeopatía, la Osteopatía, las Flores de Bach, la Gestalt, la Psicología
Transpersonal, el Masaje, la Medicina China, el Trabajo Corporal Armónico y muchas
otras.
En el caso de la alimentación,
recurrimos a diario a ella para nutrirnos y también nos sirve para curarnos.
Sólo debemos entender que hay alimentos que nos curan y otros que nos enferman.
Un ejemplo de esto es el azúcar, que guarda una relación Sodio – Potasio 1-800
y que es un gran ladrón de calcio. Otros alimentos peligrosos son el tomate o
la berenjena, que tienen 1-700.
También, la miel (que tiene
1-900) y otros alimentos industrializados que caen dentro de esta categoría.
Con una alimentación sana y
equilibrada, en la cual los alimentos ingeridos a diario guarden una relación
Sodio-Potasio más aproximada al PH sanguíneo, no solo conseguimos recuperar las
funciones orgánicas alteradas, sino que también evitaremos el envejecimiento
prematuro y también recuperaremos la armonía de los pensamientos y las
emociones.
Llevamos los códigos que nos
dicen de qué manera alimentarnos, pero a medida que nos fuimos alejando del
entorno natural y nuestra vida fue derivando en ésta que conocemos actualmente,
altamente tecnificada y artificial, nuestros alimentos se han transformado de
igual modo. Como consecuencia de esto, tenemos muchas enfermedades derivadas de
esta forma de vida y por ende de esta forma de alimentarnos.
En la
boca encontramos algunos de esos códigos:
Los dientes. El 50% de nuestros
dientes son molares y premolares, o sea que están diseñados para
"moler"; el 30% de los dientes anteriores están destinados a morder
verduras, bulbos, raíces y frutas, y un 15% son caninos (o lo que vendría a ser
un esbozo de caninos, ya que los verdaderos son más "puntiagudos",
afilados y sin puntos de contacto). ¿Cómo se traducen estos códigos a la hora
de sentarnos a comer todos los días? Con un 50% de cereales integrales, un 30 o
35 % de verduras y frutas (raíces redondas y hojas), las que varían su
proporción según la época del año. Entre las frutas debemos elegir las de
estación, pequeñas y maduras. Finalmente, un 15% corresponde a las proteínas de
origen animal o vegetal. Entre las de origen animal las de mejor calidad son
las carnes blancas y magras de animales alimentados en forma natural o las de
pescado de mar que habita en aguas frías y profundas. Entre las de origen
vegetal encontramos las legumbres (porotos y chauchas).
En la fase curativa se tratan de evitar las proteínas de origen animal ya que impiden la eliminación de toxinas acumuladas en el cuerpo. Las hierbas medicinales, tomadas en forma de infusión o tinturas madres, vendrían a completar nuestra dieta diaria.
En la fase curativa se tratan de evitar las proteínas de origen animal ya que impiden la eliminación de toxinas acumuladas en el cuerpo. Las hierbas medicinales, tomadas en forma de infusión o tinturas madres, vendrían a completar nuestra dieta diaria.
El
capítulo comienza describiendo lo que es el trastorno, también conocido como
colitis mucosa o colon espástico, y sus síntomas. Entre éstos, incluyen:
Dolores abdominales, flatulencia,
hinchazón o distensión
Evacuaciones irregulares que incluyen episodios de diarrea seguidos por estreñimiento
Náuseas y pérdida de peso
Dolores de cabeza, dificultades para concentrarse, fatiga
Ansiedad o depresión.
Evacuaciones irregulares que incluyen episodios de diarrea seguidos por estreñimiento
Náuseas y pérdida de peso
Dolores de cabeza, dificultades para concentrarse, fatiga
Ansiedad o depresión.
Sin embargo, algunos alimentos o
bebidas, hábitos de vida pueden disparar los episodios. Entre ellos, se
incluyen el estrés, el abuso de laxantes, los trastornos del sueño, el
tabaquismo, las bebidas alcohólicas, la cafeína (incluida también en el té y el
chocolate), y algunos alimentos.
De
acuerdo con las investigaciones citadas por las autoras, y siendo la lista de
alimentos que pueden desatar episodios de SCI, se incluyeron como los más
frecuentes:
Verduras, entre las cuales las
manzanas, plátanos, naranjas y frutas pasas
Verduras: cebollas, guisantes,
papas y aquellas de hojas verdes
Comidas ahumadas y fritas,
algunos embutidos.
En cambio, se habla del consumo
de la fibra como posible solución a muchos de los casos de SCI. Entre otras
razones, se le presenta como factor que ayuda a regularizar el funcionamiento
del intestino. Se cita primordialmente el salvado de trigo.
Observarse
Quizá uno de los grandes aportes
de éste y de otros capítulos es la invitación a que cada persona se observe a
sí mismo. De esta manera, le es posible detectar los alimentos, bebidas y/o
situaciones que le alteran el sistema digestivo para poder, a su vez,
eliminarlos, remplazarlos o corregirlos. Y, de todos modos, la necesidad de
solicitar la ayuda de un especialista antes de que la situación se vuelva
inmanejable.
Un detalle que llama la atención
es la diferenciación que se hace entre la reacción alérgica a un alimento y la
intolerancia al mismo. Si bien en ambos casos el consumo puede llevar a
malestares con síntomas similares, -ambos pueden interpretarse como colon
irritable- el hecho de diferenciarlos ayuda a establecer una mayor claridad en
el tratamiento.
Las alergias a los alimentos que,
de hecho son muy frecuentes, se detectan con certeza mediante pruebas
realizadas en el consultorio del alergista. Sin embargo, existen algunos
indicios que ayudan a despertar la duda, y son los siguientes:
Cuando en
la familia hay antecedentes de alergias
Cuando la reacción se presenta
casi en forma inmediata después de haberse ingerido el alimento
Cuando hay reacción adversa aún
si se comen muy pequeñas cantidades
Y cuando el trastorno digestivo
va acompañado de otros síntomas como salpullido, urticaria, picores, que
desaparecen bajo el efecto de un antihistamínico.
La edad también lleva a sospechar
porque, aunque las alergias alimenticias pueden presentarse a cualquier edad,
son más frecuentes durante la infancia.
La intolerancia a un alimento es
bien distinta. Se le define como la incapacidad que tiene un organismo para
consumir y digerir algún alimento. No tiene relación con el sistema
inmunológico sino que se relaciona generalmente con la ausencia de una enzima
que ayuda a la asimilación del alimento o de una de las sustancias que lo
componen. Caso muy frecuente es la intolerancia a la lactosa, definida
popularmente como el azúcar de la leche, y que puede ser solucionada con los
productos bajos en lactosa que se encuentran en el mercado.
Como es fácil concluir, el
síndrome del colon irritable suele no tener su origen ni en las alergias ni en
la intolerancia. En consecuencia, si usted logra identificar y discernir estas
diferencias, le será más fácil a su médico ayudarle a encontrar una solución.
Un
consejo adicional: tenga en
cuenta que usted es una persona única. Y que lo que le produce malestares no
suele producírselo a sus compañeros, amigos, y ni siquiera a sus hijos. En este
sentido, antes de buscar y tomar los medicamentos que han sido formulados para
otros, y antes de asumir dietas ajenas, asuma la decisión más oportuna y
apropiada: visita su propio médico.
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